jueves, 5 de febrero de 2009

Saca al tarado II - Derecho a ligar

Partamos de la base de resulte inherente al ser humano, una modalidad más que bien pudiera haber sido incluida en la Declaración de los Derechos de Hombre y del Ciudadano.

Después, por supuesto, llegan los matices, ya que el derecho existe pero no siempre se dan las condiciones para ejercerlo de modo pleno. Cuentan las presiones familiares, el concepto de fidelidad, las limitaciones en la apostura y carisma de cada cual, el peso de la religión, etc.

Y aparte de todo ello, claro está, vienen las categorías morales establecidas quién sabe por qué motivos. Digo esto porque el sábado vi una de las películas más tóxicas en ese sentido de los últimos tiempos. Supongo que ustedes tendrán noticia del fenómeno - todavía tal vez incipiente- que está provocando "Happy: un cuento sobre la fidelidad", de Mike Leigh. Asistí a ella como preludio a una cena entre un grupo de amigos de la carrera y sus parejas. Tras las casi dos horas de bodrio, aderezado de risitas, murmullos de aprobación y cuchicheos, la conversación de sobremesa giró en torno a la historia. Ellas, cómo no, salían en su mayoría extasiadas por la espontaneidad y frescura del personaje principal, por su positivismo, por su alegría permanente, por su fortuna al encontrar el amor, ...

Pero no es así. Poppy, la protagonista, es una tipa insoportable y rayana en la oligofrenia. Una colacción de muecas absurdas (una especie de Jim Carrey femenino en su peor época), andares de Lina Morgan, risas de gallina clueca, frases sin contenido y memez continua. Poppy se dedica a minar la paz que cualquiera que esté a su alrededor pueda disfrutar y necesita de continuo que le rían las gracias.

Su contrapunto es un individuo presentado como amargado y solitario - su profesor de autoescuela- un tipo que en definitiva no deja de pretender que le dejen en paz en la vida y hacer bien su trabajo. Poppy no puede tolerar eso, necesita molestar y decir estupideces como si le fuese la vida en ello, al tiempo que la historia se encarga de dejar al profesor como un individuo detestable y paranoico mediante dos brochazos burdos de xenofobia y teorías conspiratorias. De nada vale, por supuesto, que intente mostrar a Poppy que debe aprender a conducir prestando atención a lo que hace por su bien y el de los demás, porque ésta anda demasiado ocupada en sí misma, aunque, claro, ella es el personaje "simpático" con el que el director se alía. Para colmo es profesora de primaria; se supone que una deficiente de tal calibre puede estar al cargo de la formación de mentes infantiles y ello recibe beneplácito en el guión.

Con ello el mensaje parece claro: sé caprichosa, estúpida, molesta, irritante, irresponsable y zumba alrededor de todo el mundo haciendo lo que te sale del higo porque al final tendrás premio. El mundo está a tu servicio, tú eres su ombligo y centro de gravedad y por ello no has necesitado más que chasquear los dedos y hacer un par de mohines hacia el primer chico alto, atlético, guapo y "romántico" que surge se ponga a tus piés, pues aparece "ÉL" y cae rendido sin remedio; su fisonomía es propicia incluso a sugerir lo que vendrá luego: alguien grandote y de mirada dulce hasta lo bobalicón, con lo cual reúne las coordenadas del pagafantas adulador a quien Poppy podrá hacer la vida imposible y cornear a gusto en un futuro sin que él se entere o en su defecto preste aquiescencia.

El profesor de autoescuela, más bien regordete, poco atractivo, es el perdedor. Poppy le desquicia, le saca de su mundo y cae también ante ella pero pierde, no reúne lo exigible, no es tan sencillo de manejar y por tanto no la merece. Al final se enfrentan agriamente y el único momento de la película en la que Poppy parece una persona, porque no sufre de muecas convulsivas, es para despachar al profe, que queda como un demente. Su derecho al ligue, incluso al romance, ha sido negado de raíz.

Ignoro qué habrá dicho por ahí Leigh a la hora de definir su película, pero es más de creer que se haya perdido en un discurso buen rollista que en lugar de haber: "Miren, he querido componer un prototipo de perfecta hija de puta fascinada por tocar los cojones a todo el mundo y que se cree el centro del universo. Con esta historia quiero invitar a todas las mujeres del mundo a que se miren en la pantalla como en un espejo y hagan el favor de recular para no caer en esto o regresar de ese punto si están en él", como hubiera dicho un Wetamir director de cine en el estreno.

4 comentarios:

  1. Joder, acabo de descubrir tu blog, y entras directamente a mi top 10 de ídolos, chapeau!. Tienes más razón que un santo, espero que sigas así de profeta.

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  2. Vale, acabo de descubrir que es un conjuto de post de putalocura, cojonudo igualmente.

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  3. Es mi homenaje a la verdad.
    Se agradecen tus palabras hijo de puta.

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  4. Best blog ever, la ostia puta

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