viernes, 4 de septiembre de 2009

Neutral Malvado IX - Miedo a los coños

¿Hay miedo a los coños?

La mayoría de tíos vais a responder que no, que cómo vais a tenerle miedo a algo que os queréis follar, que en los coños hay que entrar y punto. De acuerdo, pero tened en cuenta que pensáis eso porque estáis cegados por el deseo sexual testosterónico y por el machismo patriarcal judeocristiano.

En realidad, por debajo de nuestro deseo sexual y del machismo imperante, existe un miedo ancestral al poder primitivo de los coños.

Vamos a diseccionar ese miedo. Hay 8 razones de peso por las que deberíamos ir con cuidado al enfrentarnos a un coño:

1. Zonas erógenas recónditas y desconocidas:

Si ya fue traumático descubrir que el clítoris tiene mayor concentración de terminaciones nerviosas que el pene, más traumático resulta que se hayan descubierto nuevas zonas erógenas como, ya no sólo el punto G, sino, según Desmond Morris, también el punto A y el punto U. Hay que joderse. A medida que se vayan descubriendo más y más zonas erógenas en ese abismo infernal llamado coño, irá haciéndose más y más difícil satisfacer a las mujeres en el futuro. Ya me veo dentro de unos años a unas cuantas zorritas liberadas de alguna teleserie titulada "Sex in the City 2021" diciendo: "He mandado a paseo a Steve porque aunque me estimulaba bien el clítoris y el punto G, no tenía ni idea de dónde estaba mi punto A ni mi punto U, además de que su pene era demasiado pequeño para estimularme el cuello del útero y darme el orgasmo uterino que yo me merezco", a lo que las zorriamigas responderán con risitas burlonas y brindis festivos en un bar de la Quinta Avenida. (Por cierto, el punto A tiene mucho que ver con el orgasmo cérvico-vaginal del que tantas veces he alertado en este foro, mucho más violento y satisfactorio que el orgasmo clitoriano, que a la mayoría de mujeres les provoca crispación sensorial e hipersensibilidad postorgásmica). Pero en fin, no me digáis que no es acojonante que en esa raja insaciable haya tantas y tantas zonas erógenas a estimular. Y las que quedan por descubrir... Dentro de nada para follar habrá que llevar un puto mapa.

2. Dilatación vaginal y profundidades insondables de un coño. Las 3 leyes de la mecánica genital:

Las leyes de la mecánica genital nos dicen que los coños siempre ganan a las pollas.
  • La primera ley de la mecánica genital nos dice que, dados unos genitales masculinos y unos femeninos, cualquiera que sea el estado de los genitales masculinos, los genitales femeninos siempre ganan. Por ejemplo, pene erecto versus coño, gana coño porque devora al pene. Pene fláccido versus coño, gana coño porque su propietaria piensa: "Gatillazo. Menudo maricón, ya verás cuando se lo cuente a mis amigas, jijiji". Es como un juego de piedra-papel-tijeras con dos contendientes (coño-polla) donde siempre gana el coño.

  • La segunda ley de la mecánica genital nos dice que, dado un pene erecto y un coño húmedo, el coño devora al pene por completo sea cual sea el tamaño del pene. Los consumidores de porno habréis visto que ellas se meten cualquier polla en el coño, da igual que se trate de una pichita torbellinesca o de una macropolla nachovidaliana.



    Por muy grande que sea una polla, el coño siempre la devora hasta la base, dejando sólo los huevos en el exterior. Esa pichita vuestra de la que os sentís tan orgullosos será engullida por el coño de una fémina hasta el punto de que al miraros os veréis castrados. Digamos que durante el coito, el macho se convierte en un eunuco por un instante. Los genitales femeninos, en cambio, conservan su integridad anatómica: Ellas ganan.

  • La tercera ley de la mecánica genital nos dice que, dado un coño y un número de penes superior a uno, el coño los podrá engullir a todos a la vez siempre y cuando los propietarios de los penes no tengan demasiados reparos de cariz heterosexual. Es decir, para una mujer es sumamente fácil meterse 2 ó 3 pollas a la vez en la vagina (incluso en el ano).



    Si no vemos más a menudo las dobles penetraciones vaginales (o anales) es porque dos tíos heterosexuales jamás aceptarán meter la polla a la vez en el mismo coño notando más el roce de la polla del otro que el de la vagina de ella. Pensad que cualquier forera tipo Candela o Niandra podría follaros por vía vaginal de dos en dos, sin apenas despeinarse, para luego volver tan tranquilas al foro, finas y modositas, a contar que una vez se follaron a dos tíos a la vez pero que prefieren a su novio. Véase si no la práctica del fist-fucking o a aquella furcia que se mete la cabeza de un tío por el coño. Los coños son aberturas abominables que se dilatan indefinidamente.



3. El mito de la vagina dentada y miedo a la castración:



Hay varias culturas que tienen leyendas sobre mujeres con vaginas dentadas. El objeto de tales leyendas era disuadir a los varones de tener relaciones sexuales con mujeres desconocidas. El mito de la vagina dentada se alimenta del miedo a la castración. Según el psicoanálisis freudiano, los varones sufrimos angustia de castración durante los primeros 6 años de vida, especialmente cuando nos vemos embargados por el deseo edípico de matar a nuestro padre y follarnos a nuestra madre (con el consiguiente miedo a que papi nos descubra y nos corte la pilila). Hay madres que intuyen el conflicto edípico y amenazan al niño diciendo: "Pórtate bien o te cortaré la colita". También según Freud, la visión de los genitales femeninos durante la infancia acentúa la angustia de castración debido a que el niño entiende que la niña no tiene pilila porque ha sido castrada. Esta angustia de castración reaparece en la etapa adulta cada vez que la mujer a la que amamos se folla a otro macho. Es como si la hembra que nos pone los cuernos nos castrase. Pero el fantasma de la castración no es gratuito ni injustificado. La castración es tan antigua como la humanidad. Basta echar una mirada sobre la historia: eunucos, castrati, esclavos negros castrados, vencedores que castraban a vencidos, etc. La amenaza está ahí... El caso de los eunucos es particularmente interesante: Hombres castrados para servir a las concubinas de un harén. Es como si el hecho de servir a una mujer llevase ineludiblemente a la pérdida de pene y testículos. No es de extrañar, por tanto, que en las fantasías sexuales masculinas de dominación femenina (recordemos que el 70% de los varones tiene fantasías sexuales de dominación femenina), uno de los temas más socorridos es que la mujer castre a su marido cornudo para tener relaciones sexuales con un macho ciclado de gimnasio, al que ellas llaman "hombre de verdad" (en inglés "Real Man").

4. Miedo al poder procreador de los coños y trauma del nacimiento:

Una de las revelaciones más perturbadoras de la infancia es cuando nos dicen que los niños no vienen de París sino que salen de los coños. ¿Cómo? ¿De los coños? Y uno se visualiza ya mayorcito, con 4 ó 5 años, saliendo del coño monstruoso de una mujer gigantesca. Para la mentalidad de un crío es muy inquietante que los genitales femeninos tengan ese poder creador de seres humanos.



Además, todos hemos experimentado el trauma del nacimiento, todos provenimos de un coño en el que ya no cabíamos. Decía Otto Rank que el nacimiento es la fuente básica de ansiedad de los seres humanos. No sé si habéis tenido alguna vez ese sueño en el que vais por unos pasadizos que se van estrechando cada vez más hasta que tenéis que agacharos para pasar y llega un momento en que el pasadizo es tan estrecho que ni siquiera os cabe la cabeza y os quedáis encallados sin poder avanzar ni retroceder. Pues ese sueño es una reminiscencia del trauma del parto. En la etapa adulta ese miedo al coño-creador-de-niños parece desvanecerse, aunque sigue residiendo en lo más hondo de la mente y se reactiva cada vez que el condón se nos rompe o ellas se olvidan de la píldora. El solo hecho de que de un chumino salgan criaturas glotonas que pueden hundirte tanto financiera como emocionalmente debería ser razón más que suficiente para equiparar los coños al vampiro de Düsseldorf o al carnicero de Rostov.


5. Variedad de mucus y segregaciones vaginales:



¿Cómo no tenerle miedo a un órgano que segrega muchos más fluidos que nuestras humildes pollas? Las braguitas de las féminas se quedan totalmente empapadas al cabo de pocas horas de haberse duchado y cambiado. Los hombres necesitaríamos una semana entera para ensuciar los gayumbos tanto como ellas ensucian las braguitas en sólo 12 horas. Los coños segregan un amplio e inabarcable surtido de fluidos y mucosidades que hacen palidecer a nuestras pililas. Según las últimas investigaciones, un coño produce mocos F, mocos G, mocos L, mocos P2, mocos P6, mocos S, gránulos Z, sangre y coágulos menstruales, fluidos de las glándulas de Bartolino, fluidos de las glándulas parauretrales de Skene... Apabullante. Pensad que si una polla quedase atrapada en una vagina durante todo el ciclo menstrual, acabaría desintegrándose por el efecto corrosivo de los ácidos chochiles combinados. Pero es que el zumo de coño también tiene proteinas y minerales. Según un estudio de una universidad norteamericana, un varón en huelga de hambre que ingiriese tres vasos de fluidos vaginales al día podría sobrevivir indefinidamente gracias al altísimo aporte calórico y nutricional que hay en el jugo de coño. Ante el fuerte carácter mucoso y olfativo de los coños, no es de extrañar que los hombres nos veamos atenazados por el miedo más irracional. Porque a ver quién es el guapo que se atreve a poner la boca en la raja supurante de una fémina que lleve más de 24 horas sin ducharse y tenga ese abecedario de mocos ahí abajo. No, hay que asumir nuestra derrota en ese aspecto.

6. La aletoriedad de la micción femenina:



Si por algún extraño golpe del destino un macho se encontrase bajo el coño de una fémina a punto de recibir una lluvia dorada, a este macho le esperaría un infierno. La trayectoria del chorro es imprevisible. Nunca sabes por dónde te va a caer. La orina femenina brota hacia un lado, luego se divide en dos o tres chorros, luego se vuelve a unificar, luego cambia de trayectoria, te moja el pelo, la frente, los ojos, el pecho. Es humillante. Después del festival urinario, la vulva les queda totalmente empapada. Por eso ellas se limpian el coñito con papel higiénico después de mear, con ese ritual tan exquisitamente femenino de coger papel y doblarlo con delicadeza para secarse la vulva. Y eso en el mejor de los casos, porque como les dé por decirnos: "Límpiame el coñito con la lengua, cari", la cantidad de orina a lamer será interminable. Compárese esto con el chorro regular y previsible de los machos. A nosotros se nos ve venir. Es natural que ante una cloaca que micciona de forma tan aleatoria y traicionera, el macho no tenga otra que rendirse y pedir clemencia.

7. Miedo a la menstruación:



No hay duda de que una raja que sangra es algo cuanto menos inquietante. La sangre simboliza heridas, muerte, vampirismo. La mayoría de culturas y religiones (incluida la cristiana) relacionan la menstruación con la impureza y la infertilidad. En la tradición judía se abofeteaba a la hija en su primera menstruación. Las mujeres hindúes, durante la menstruación, se abstienen de los oficios religiosos. El autor romano Plinio escribía en su Historia Natural: "Aproximarse a una mujer en este estado [entiéndase menstruación] tornará el vino agrio, las semillas que sean tocadas por ella se volverán estériles, los injertos se secarán, las plantas se marchitarán y la fruta se caerá del árbol debajo del cual ella se siente." También se ha podido observar con la ayuda de la fotografía Kirlian que el aura de la mujer menstruante se torna oscura, densa y pútrida. Incluso hay una explicación científica para todo esto. Según investigadores de una universidad estadounidense, las mujeres menstruantes segregan unas toxinas (menotoxinas) que poseen un efecto inhibitorio sobre el crecimiento de raíces, tallos, brotes, levaduras, y afecta a las propiedades geotrópicas de las plantas. Si por algún extraño revés del destino un varón se encontrase bajo el coño de una fémina a punto de recibir una lluvia roja, debería saber que la sangre menstrual constituye un auténtico veneno para el organismo del pobre macho. La ingesta de un solo vaso de sangre y coágulos menstruales bastaría para dejar a un macho estéril de por vida. Ante este panorama, no es de extrañar que haya miedo a los coños. Muchas chicas se cuentan entre risitas que sus novios se marean cuando ven los manchurrones de sangre de su menstruación. "Qué delicados que son los hombres... Y nosotras tan campantes, jijiji". Son tremendas.


8. Vellosidad genital femenina y miedo a la mujer-mona:



Esto es un coño en su estado natural. Inquietante, ¿verdad? Los varones presentamos vello en el pubis, pero no en el pene ni en la bolsa escrotal. Sin embargo, las féminas presentan una espesa mata de pelo tanto en pubis como en labios mayores (que embriológicamente corresponden a nuestro escroto). Si pusiéramos en una balanza el vello púbico de las féminas (en estado natural) y el vello púbico masculino, el vello púbico femenino pesaría unos cuantos gramos más. Vamos, que hay más pelo en los coños de muchas mujeres que en la barba del señor de mi avatar. Por eso las mujeres intentan por todos los medios, mediante depilación, rasurado y demás artificios, que no nos percatemos de que ellas están más cerca del mono que nosotros y que, por tanto, su sexualidad es más primitiva y salvaje que la nuestra. Ante esta imagen de los genitales de la mujer-mona, no es de extrañar que exista un miedo ancestral equivalente al del hombre cazador-recolector frente al mamut lanudo.



Si alguien conoce más peligros inherentes a los coños o más motivos por los que deberíamos temerlos, que tenga la bondad de exponerlos aquí. A ver si nos metemos ya en la cabecita que los coños tienen un poder espantoso y que toda precaución es poca.

1 comentario:

  1. Jajaja. No sabía lo del punto A y el U. ¿Tienen algún link a mano? Jaja.

    1) A mí, por mi parte, que haya tanto donde meter mano, me parece estimulante. Por supuesto: si alguna boluda me viene con algún reclamo del tipo de las chicas de la serie imaginada "SnTC2021", le pongo una patada en el orto y hago pasar a la siguiente hembra.

    2) Jajaja. A mí no me gana nadie. Y menos una inerte que lo único que hace es abrirse de piernas y meterse algo que no tiene adentro del cuerpo. Jajaja.

    3) Jaja. Me mató la fotito. Pareciera que muestra sus dientecitos el coño ése. El dato de los eunucos es interesantísimo.
    Creo que un hombre seguro de sí mismo y de lo que es, y de lo que quiere, no tiene este temor. Sino todo lo contrario.

    4) Nunca se me había pasado por la mente ese temor... Que, como todo temor, tiene su manera de se extinto.

    5)-.-' Che, cuan alto es el complejo de inferioridad de quien escribió esto. ¿En verdad planteás la posibilidad de competirle a las mujeres para ver quien segrega más sustancias? Jajajaja-

    6)"Es natural que ante una cloaca que micciona de forma tan aleatoria y traicionera, el macho no tenga otra que rendirse y pedir clemencia." Pero la puta madre. ¿¡A esto le llaman Falocracia!? ¡Pero ponganle mejor al blog COÑOFOBIA! ¡No sean patéticos, mierda!

    7) "La ingesta de un solo vaso de sangre y coágulos menstruales bastaría para dejar a un macho estéril de por vida." Fuente, por favor.
    Muy buena la data histórica.

    8). "Por eso las mujeres intentan por todos los medios, mediante depilación, rasurado y demás artificios, que no nos percatemos de que ellas están más cerca del mono que nosotros y que, por tanto, su sexualidad es más primitiva y salvaje que la nuestra." Jajaja. Monitas.

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    Creo que más que motivos por los cuales temerles, estos serían motivos para tratarlas como lo que son: mujeres (leáse: como tontitas que entienden nada de todo y que en definitiva son los titeres que queremos que sean).

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